En crisis de salud mental, el 911 ahora no siempre responde con policías

Cuando Kiki Radermacher, terapeuta de salud mental, llegó a una casa de Missoula, Montana, por una llamada de emergencia al 911 a fines de mayo, el hombre que había pedido ayuda estaba atrincheado en una esquina, gritándole a los policías.

 La casa que estaba alquilando iba a venderse. Había llamado al 911 cuando el miedo de quedarse sin hogar lo hizo tener pensamientos suicidas.

“Le pregunté: ‘¿Quieres sentarte conmigo?’”, recordó Radermacher, miembro del equipo móvil de respuesta a crisis de la ciudad. Luego ayudó al hombre a encontrar un servicio de apoyo. “Realmente queremos empoderar a las personas para encontrar soluciones”.

Missoula comenzó a enviar a este equipo especial en llamadas de emergencia de salud mental en noviembre como un proyecto piloto, y el próximo mes el programa se volverá permanente.

Es una de las seis iniciativas de respuesta móviles a crisis en Montana, que comenzó como una prueba en 2019. Y este año, cuatro gobiernos locales más solicitaron subvenciones estatales para crear estos equipos.

A nivel nacional, más comunidades están creando unidades en las que los profesionales de salud mental son el principal auxilio a las crisis psiquiátricas en lugar de los policías, aunque no existe un recuento oficial de cuántos equipos están funcionando.

Y más apoyo está en camino. El paquete de ayuda de covid que el presidente Joe Biden firmó en marzo ofrece a los estados fondos de Medicaid para poner en marcha estos servicios. Para julio de 2022, está programado el lanzamiento de una línea directa nacional 988, inspirada en el 911, para que las personas se comuniquen con especialistas capacitados en prevención del suicidio y consejeros de salud mental.

Estudios sugieren que estos servicios permiten a las personas en crisis obtener ayuda en lugar de ser transportadas esposadas. Pero hay debate sobre cuál es el mejor modelo a implementar, quién debe responder a la emergencia y, aunque hubiera respuestas, no todas las comunidades pueden costear y contar con estos equipos de salud mental.

“No sé si existe un consenso sobre cuál es el mejor enfoque en este momento”, dijo Amy Watson, profesora de trabajo social en la Universidad de Wisconsin-Milwaukee que ha estudiado este tipo de intervención en crisis. “Necesitamos avanzar para averiguar cuáles son los elementos importantes de estos modelos”.

La Administración Federal de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias establece expectativas mínimas para los equipos, como incluir un profesional de salud y conectar a las personas con más servicios, si es necesario. Idealmente, sugieren las pautas, el equipo debe incluir un especialista en respuesta a crisis que haya experimentado personalmente problemas de salud mental, y el equipo debe responder a las llamadas sin la aplicación de la ley.

Aún así, los equipos de respuesta a crisis varían significativamente en su composición y enfoque. Durante más de 40 años, el Departamento de Policía de Los Ángeles ha sido pionero desplegando equipos en los que agentes de policía y terapeutas trabajan juntos.

Un programa de Eugene, Oregon, que se ha replicado en todo Estados Unidos, tiene grupos formados por un experto en intervención en crisis junto con una enfermera, un paramédico o un técnico médico de emergencia. En Georgia, los despachadores de emergencia del 911 dirigen las llamadas a un centro de crisis en todo el estado que puede desplegar unidades móviles que incluyen profesionales con experiencia en trabajo social, asesoramiento y enfermería.

En Montana, los equipos se basan en departamentos de aplicación de la ley, instalaciones médicas u hogares de crisis.

“La respuesta móvil a las crisis, en cualquier formato, se está convirtiendo cada vez más en la norma”, dijo Kari Auclair, directora de área del Western Montana Mental Health Center, un programa de tratamiento sin fines de lucro. “En algunas comunidades, será el grupo de la iglesia el que será parte de una respuesta a la crisis, porque a ese grupo va la gente y eso es lo que tienen”.

Los defensores explican que los modelos mixtos funcionan: los médicos pueden reconocer una caída de azúcar en sangre de un diabético que podría imitar el uso indebido de sustancias o una crisis de salud mientras que la policía puede estar atenta al peligro si aumentan las tensiones.

Muchos equipos de crisis todavía trabajan directamente con las fuerzas del orden, a veces respondiendo juntos cuando se les llama o permaneciendo en la escena después de que los oficiales se van. En Montana, por ejemplo, el 61% de las llamadas que manejaron los equipos de crisis también involucraron a la policía, según datos estatales.

Zoe Barnard, administradora de la división de trastornos mentales y adicciones de Montana, dijo que su estado aún está estableciendo una línea de base para lo que funciona bien. Incluso después de haber elaborado un estándar, agregó, los gobiernos locales seguirán necesitando flexibilidad en la forma en que configuran sus programas.

En algunas áreas, reclutar trabajadores de salud mental para tales equipos es casi imposible. Los datos federales muestran que 125 millones de personas viven en áreas con escasez de profesionales de salud mental, un problema mayor en las zonas rurales.

En todo Estados Unidos, con este tipo de trabajos de alto estrés que a menudo se pagan a través de subvenciones improvisadas, retener al personal es un desafío.

Ser flexible será clave para los programas a medida que se desarrollen, dijo Jeffrey Coots, quien dirige una iniciativa en el John Jay College of Criminal Justice en la ciudad de Nueva York para prevenir encarcelamientos innecesarios.

“Estamos tratando de encontrar una salida a las desigualdades históricas en los servicios de atención de salud mental”, dijo Coots. “Lo mejor que puede hacer es ejecutar este proyecto de prueba y luego adaptar el equipo en función de los datos”.

Y para las personas que necesitan ayuda, tener una alternativa a un oficial de policía puede significar una gran diferencia, dijo Tyler Steinebach, director ejecutivo de Hope Health Alliance Inc., que ofrece capacitación en crisis conductuales para médicos en todo Montana. Lo sabe de primera mano porque tiene trastorno de estrés bipolar y postraumático, y ha tenido que llamar al 911 cuando su propia salud mental se ha desplomado.

Dan Springer, alguacil del condado de Gallatin, en Montana, también notó los beneficios después que dos profesionales de salud mental comenzaron a responder a las llamadas al 911 en Bozeman y sus alrededores en 2019. Aunque los oficiales de su departamento están capacitados en intervención en crisis, dijo que eso solo llega hasta cierto punto.

“Cuando escucho a los agentes decir que el proveedor de salud mental es un regalo del cielo, o que llegaron y pudieron ampliar las capacidades de respuesta, eso significa mucho para mí”, dijo Springer.

“A veces llegamos a una escena y hay tres patrulleros, una ambulancia y un camión de bomberos para una persona que está sufriendo un ataque de pánico”, dijo Erica Gotcher, médica del equipo de respuesta de Missoula. “Una de las mejores cosas que podemos hacer es evaluar brevemente la situación y cancelar todos esos otros recursos. Pueden ir a combatir incendios; pueden ir a luchar contra el crimen. Nosotros somos los que tenemos que estar aquí “.

Pero hay cosas en las que trabajar, por ejemplo, adónde llevar a las personas que necesitan un lugar para recuperarse. Y más personal: el turno del equipo de salud mental de Missoula termina a las 8pm. A la noche, los policías vuelven a estar solos.

¿Necesitas ayuda? Si tú mismo o alguien que conoces está viviendo una crisis, por favor llama al National Suicide Prevention Lifeline al 1-800-273-TALK (8255) o contacta al Crisis Text Line texteando TALK al 741741.

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